6
May
2020
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Meditación del CIELO ESTRELLADO

MEDITACIÓN del CIELO ESTRELLADO por Julián Peragón de la Escuela Yoga Síntesis

 

EXPLICACIÓN PREVIA:
Esta es una meditación ESPECIAL que no requiere ninguna técnica en concreto. Está basada en elementos filosóficos que nos pueden ayudar a revisar nuestra relación con el mundo y con nosotros mismos. Esta indagación no es intelectual sino vivencial y está más de acorde con la propuesta meditativa. Meditar con un árbol, por ejemplo, no es pensarlo, sino sentirlo y empatizar con él, hasta captar su esencia.

MEDITACIÓN:
Intenta realizar la meditación tumbado mirando el cielo estrellado, pero también puedes realizarla en posición sentada en cualquier momento del día imaginando el cielo de estrellas que habrás visto en muchas ocasiones.

(Tres campanadas)

Haz un saludo de respeto y compromiso con tu propia práctica.

Busca a través de la postura inmóvil, tumbado o sentado, una actitud de presencia y de no preocupación.

Deja que las sensaciones corporales que suceden en el momento centrifuguen la mente que se distrae en los pasadizos del tiempo.

Respira tranquilamente y centra tu mente para facilitar la interiorización.

(Una campanada)

Escucha a continuación el texto filosófico con atención sin aceptarlo ni rechazarlo de entrada, sólo observando el impacto emocional e intuitivo que provoca en tu interior. A continuación quédate en silencio hasta el final de tu meditación. Recuerda que puedes realizar la meditación imaginando el cielo estrellado.

TEXTO sobre la Meditación del CIELO ESTRELLADO
Aprovecha una noche cálida, sin nubes y sin luna para ver el cielo estrellado a ser posible lejos de la contaminación lumínica de las ciudades.
Deja que tu mirada abarque el máximo de la cúpula celeste. El espectáculo es impresionante, jamás podríamos contabilizar las estrellas que vemos y eso que solo podemos ver las estrellas que nos circundan dentro de nuestra galaxia compuesta por unas 300.000 millones de estrellas. Es nuestra querida galaxia, la Vía Láctea, en medio de un billón de ellas en el universo conocido. Nuestra mente se rompe en pedazos cuando queremos abarcar racionalmente las distancias en el universo.
Lo que vemos es un espectáculo de luz y, aunque la luz viaja extraordinariamente rápida, lo que vemos en el cielo es un álbum de fotos antiguo. Las estrellas más lejanas han tardado más de 13.500 millones de años en alcanzar nuestro pequeño planeta e impactar en nuestra retina. Estrellas que murieron y ya no existen de otras que nacieron pero cuya luz todavía no ha llegado. Más allá de esa frontera de luz, posiblemente exista un universo oscuro que jamás se verá en la tierra porque el espacio se expande a una velocidad mayor que la que recorre la misma luz.
Sí, ver el cielo estrellado es romper nuestro esquema de espacio-tiempo. Todo es relativo en esas dimensiones como bien describe la ciencia. Aquí abajo, a ras de suelo, la luz es instantánea y el espacio es medible con facilidad con un metro, pero no nos damos cuenta que nuestro pequeño universo está sostenido por estrechos puntos de vista. Esas luces que titilan en la oscuridad de la noche y que nos parecen fijas año tras año en realidad están en permanente movimiento: bailan las estrellas entre sí, chocan las galaxias cercanas y se arremolinan en cúmulos las nebulosas. Lo mismo que hacemos los humanos pero a un ritmo infinitamente más lento. Decían los antiguos que arriba es como abajo, y viceversa. Observar el cielo estrellado es como vernos en un espejo colosal. En realidad estamos hechos de vacío entrelazados por puntos de luz.
Meditar bajo el cielo es conectar con la pequeñez que disuelve toda vanagloria, abrirse paso a la humildad donde el orgullo se desinfla porque no tiene agarradero y someter a examen a nuestra aireada soberbia ante la creación de la que formamos parte. Ante este cielo, la arruga que nos molesta de la camisa y las arrugas que aparecen en nuestra cara pierden importancia. Las pequeñas trifulcas de la vida cotidiana, los roces de la vida social y los inevitables fracasos del hacer se vuelven insignificantes. El egoísmo se nos muestra inoperante, las creencias limitadoras se deshacen como castillos de arena y la importancia personal cae en el ridículo.
Meditar en el fondo del cielo es ser capaz de relativizar nuestra perspectiva terrestre, flexibilizar tanto nuestra mente que podamos rozar siquiera la idea de eternidad e infinito porque, en definitiva, todas nuestros átomos han sido cocinados en el interior de alguna estrella y han viajado hasta este minúsculo planeta para entrar en la corriente de la vida que en este preciso instante hace que tu corazón lata. Si el mar fue el útero donde empezó la vida, sin duda, el cosmos sigue siendo nuestra gran madre.

(Una campanada cada periodo de tiempo)

Mantente en silencio hasta el fin de tu meditación. Al finalizar haz una inspiración profunda y un saludo de agradecimiento. Lentamente estira todo tu cuerpo. Date tiempo para incorporarte a tus quehaceres cotidianos.

Gracias por compartir estas meditaciones. Om Shanti.

 

Photo by Kevin Gutowski on Unsplash

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