11
May
2020
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Meditación de las PIEDRAS

MEDITACIÓN de las PIEDRAS por Julián Peragón de la Escuela Yoga Síntesis

EXPLICACIÓN PREVIA:
Esta meditación tiene dos partes: la primera consiste en recoger un montón de piedrecitas del bosque o del jardín (podría servir, en su defecto, semillas, hojas, etc). Se trata de acercarse a lo minúsculo, eso que pasa desapercibido en el camino y que no le damos importancia. Sin embargo, esas piedrecitas que no tienen ningún valor y que nunca nos fijamos en ellas tienen millones de años de historia. Puede que hayan estado incrustadas en el fondo marino y luego empujadas a ser montaña para luego, con la erosión ir cayendo ladera abajo hasta deslizarse debajo de tu zapato. Quizá no es mucho, pero esa piedrecilla simboliza cualquier instante de tu tiempo que tienes delante y que te parece anodino. Un instante que es fruto de la evolución, único e irrepetible, que se decanta en este momento para volverse consciente.
Agacharse y recoger piedrecitas cultiva nuestra atención y nuestra humildad.
La segunda parte, como veremos luego, consiste en darle un lugar en nuestro corazón. Reconocer la belleza de lo pequeño, casi invisible que tenemos delante.

MEDITACIÓN:
Prepara la postura con simples estiramientos y abre la caja torácica para dar espacio a la respiración fluida.

Pon el montoncito de piedrecitas al lado izquierdo de la postura sentada que vas a adoptar.

(Tres campanadas)

Hacemos un saludo ritual de entrada a la meditación con la mayor lentitud y consciencia.

Primero buscamos la estabilidad de la postura para conseguir inmovilidad y presencia.

A continuación, sensibilizamos todo el cuerpo haciendo un recorrido corporal y soltando los puntos de tensión.

Para luego, prestar atención consciente a la respiración y dejarnos concentrar en el ritmo plácido de la respiración.

(Una campanada)

Con los ojos cerrados presta atención al centro del pecho. Reconoce cómo está tu mundo interior.
Conecta, si es posible, con la ligereza y la apertura amorosa.

La dinámica es sencilla. Con los ojos cerrados coges una piedra del montón con la mano izquierda y durante la inspiración la llevas enfrente tuyo y abres los ojos para observarla con detenimiento tres segundos en retención en lleno. Al espirar, vuelves a cerrar los ojos y la mano derecha la deposita en tu costado derecho, como es natural.
Repetimos la secuencia. Inspiras llevando una nueva piedrecita delante tuyo, abres los ojos en retención de tres segundos, y al espirar la depositas a tu lado derecho. Así, hasta desplazar todo el montón izquierdo al lado derecho. Cuando hayas desplazado todo el montón puedes continuar haciendo el movimiento contrario, llevar las piedras de la derecha a la izquierda.

Cada piedra es un momento tan importante como otro. Observa que cada piedra es diferente al igual que no hay dos momentos iguales.

En cada espiración le das un lugar en tu corazón a cada piedra después de haberla reconocido sin prejuicios.

No fuerces el ritmo respiratorio, respira con naturalidad. Imagina que estás haciendo una danza con los brazos y las piedras.

(Una campanada)

Ahora, dejas el traspaso de piedras y te quedas en quietud y en silencio. Intenta recordar los detalles de cada piedra, y lo que sentías en cada momento.

Cada momento está conectado con lo atemporal. En cada instante reverbera la eternidad. Cada segundo es el centro del tiempo.

El corazón tiene la capacidad de integrar la forma con la esencia, de encajar lo semejante con lo diferente, de hacer alquimia entre lo personal y lo colectivo.

(Una campanada)

Quédate en silencio hasta el fin de tu meditación. Haz un saludo de agradecimiento y estiramientos suaves para compensar la postura meditativa.

Gracias por compartir estas meditaciones. Om Shanti.

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