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www.yogasintesis.com
10
Mar
2021
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15 PINCELADA de MEDITACIÓN

ARCOIRIS

A todo el mundo no le sienta bien el mismo alimento, ni sintoniza igual con la misma música, las mismas actividades, etc como es evidente. En la enseñanza de la meditación tenemos que tener en cuenta que hay personas que son más sentimentales, más mentales o más vitales y necesitamos muchas variaciones de la meditación esencial. Desplegar todo el cromatismo del arco iris, por poner una metáfora, permite que cada cual investigue hasta encontrar el tono adecuado que le puede acompañar en su peculiar camino de autodescubrimiento. Aunque, también es importante recordarlo, después de la etapa de experimentación es conveniente centrarse en una práctica que, sin ser rígida, no deambule por demasiados senderos, al menos para no perdernos demasiado.

Om shanti. Julián Peragón

7
Mar
2021
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14 PINCELADA de MEDITACIÓN

CRISIS

Es bastante frecuente empezar con ilusión en la práctica meditativa y esfumarse con bastante rapidez cuando tocamos la roca dura de nuestros condicionamientos. Y es que, la meditación alumbra, tarde o temprano, un desmoronamiento interno porque nos sitúa frente a frente de nuestra visión limitada de la realidad. A poco que profundicemos nos daremos cuenta que esa realidad externa es impermanente y que este yo con el que estamos identificados es insustancial, además de corroborar que la mayoría de nuestras acciones están basadas en una insatisfacción profunda que no tiene fondo. Entrar en crisis a través de la meditación es, a pesar de la búsqueda infructuosa de un oasis de paz, a todas luces, deseable porque las crisis cuando son asumidas son una oportunidad de madurez y la posibilidad de soltar ese lastre que ya se ha vuelto obsoleto.

Om shanti. Julián Peragón

7
Mar
2021
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13 PINCELADA de MEDITACIÓN

POSTURA, CUERPO Y RESPIRACIÓN

Todo edificio empieza por unos cimientos, unos pilares y unas vigas para darle fuerza y seguridad al espacio que después habitaremos. En el edificio meditativo esto se consigue con la estabilidad de la postura para sostener la experiencia meditativa; la sensibilización del cuerpo para disolver los puntos de tensión y el centramiento en la respiración para calmar el mundo emocional y cognitivo. Son, por así decir, el abc de la meditación que han seguido la mayoría de las tradiciones meditativas y que corresponden con los tres primeros centros energéticos que van desde el perineo al plexo solar.
Integrar estos principios que son, casi podríamos decir, naturales y que pueden surgir de forma espontánea, la forma de entrar en la meditación desde la visceralidad y no desde la racionalidad, poner las entrañas antes que la cabeza. Una apertura al sentir el momento a flor de piel.
Om shanti. Julián Peragón

6
Mar
2021
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Automasaje profundo

1.- Escucha profunda de los puntos de tensión en posición de pie

2.- Friccionar las manos

3.- “Lavar” la cara con las manos

4.- “Limpiar” frente de lado a lado

5.- Círculos en las sienes

6.- Pellizcar las cejas y entrecejo

7.- “Limpiar” los ojos desde el interior con cada mano

8.- Fricción en las paredes de la nariz

9.- Círculos en las ventanas de la nariz con la boca semiabierta

10.- Golpecitos en la punta de la nariz

11.- Peinar la cabeza con los dedos, desde la frente

12.- Fricción cuero cabelludo con las yemas de los dedos

13.- Golpecitos alrededor del cráneo en forma de diadema

14.- Puntos de tensión en la parte occipital

15.- Masaje de la musculatura cervical

16.- Doblar y friccionar orejas

17.- Tracción orejas en lóbulos, zona media y superior

18.- Recorrer los pabellones auriculares

19.- Tapar orejas con el hueco de las manos

20.- Arrugar mejillas

21.- Presionar maseteros

22.- Masajear mandíbula inferior

23.- Pellizcar mentón

24.- Masajear mandíbulas debajo de los labios

25.- Friccionar labios

26.- Reseguir las encías con la lengua

27.- Relajación de la lengua sobre el labio inferior

28.- Muecas

29.- Masajear la laringe con pequeños movimientos

30.- Reseguir las clavículas

31.- Golpecitos en el ápice de los pulmones, justo debajo de la clavícula

32.- Tirar de los dedos de las manos

33.- Rotación muñeca interior y exterior

34.- Golpecitos brazos, subir desde el dorso de la mano hasta el hombro, y bajar desde el hombro hasta la palma de la mano. 3 veces.

35.- Presionar la axila con el pulgar

36.- Masajear el dorsal ancho

37.- Friccionar intercostales

38.- Reseguir el borde inferior de las costillas

39.- Friccionar la parte media de las costillas

40.- Presionar la unión de la costilla con el esternón

41.- Fricción en  todo el abdomen

42.- Movimientos circulares ascendente de izquierda a derecha

43.- Fricción pubis

44.- Círculos en la articulación de la cadera

45.- Presión intensa sobre el sacro

46.- Presionar el glúteo en la parte central por donde pasa el nervio ciático

47.- Círculos en los tobillos

48.- Tirar de los dedos de los pies

49.- Presión sobre el punto de “riñón” más abajo de la almohadilla del pie

50.- Golpecitos bajando desde los glúteos hasta el empeine por la parte exterior de la pierna, y subiendo desde el empeine hasta la ingle por la parte interior de la pierna. 3 veces

51.- Golpecitos en la espalda desde el sacro hasta la parte torácica

52.- “Limpiar” energéticamente desde la cabeza hasta los pies con pases suaves. 3 veces

53.- Escuchamos nuevamente la sensación general

 

6
Mar
2021
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Actitudes. Introducción en la meditación

Dicen que la felicidad no es llegar a una meta determinada… si acaso, la podemos encontrar en la forma de viajar. Es posible que sea tan importante el camino como la meta, y hablando de meditación, tan importante la actitud como la técnica. Más adelante nos referiremos a los pasos a dar en la meditación: a las técnicas de concentración, a la postura y a la respiración… Hablaremos en detalle de todo ello, pero hay algo previo que a menudo olvidamos: la actitud en la meditación, la forma de encararla, de sentirla, de vivirla, de ser uno con ella.

Cuando un novato quiere hacer la postura del triángulo en yoga (por poner un ejemplo), piensa que lo importante es llegar al movimiento final; con la experiencia, sin embargo, se irá dando cuenta de que la postura empieza mucho antes: con una escucha, con una visualización, con un abordaje preciso y delicado, progresivo y respetuoso. Se da cuenta, en definitiva, de que la postura es todo un viaje que no podemos hacer a trompicones ni de forma acelerada.

Por ilustrarlo de otra manera, así como es importante el tipo de alimento que comemos, no lo es menos la actitud con la que lo hacemos. Por muy bueno que sea el alimento que ingerimos, si lo hacemos de forma ansiosa, con poco tiempo, sin masticar suficientemente y en un entorno agresivo, lo más probable es que no nos siente bien. Es posible que la actitud sea lo primero y lo último, algo que depende de nuestra sabiduría, la que al final se ha integrado en nuestro ser.

Decíamos que la meditación es desnudez, desnudez del ser. Y en esa desnudez nos sobra casi todo, por no decir todo. Todas las intenciones, todas las imposturas, todos los deseos, toda la memoria, el carácter y hasta el cúmulo de experiencias, sobran. Especialmente, es importante dejar caer la ropa psicológica que nos hemos de quitar para encontrar de nuevo la desnudez, esa desnudez necesaria para que la vida profunda emerja a borbotones.

Meditar sin miedo será necesario para que aparezca nuestra confianza; meditar sin esfuerzo, para conectar con nuestra relajación; meditar sin juicio, para observar nítidamente la realidad; meditar sin frustración, para dejar que surja nuestra paciencia; meditar sin el bagaje de nuestra experiencia, para que se abra camino la curiosidad; meditar sin expectativas, para lograr la satisfacción del momento presente, y meditar sin apego para sentir la libertad. Y aunque sea cierto que una pasión del carácter esconda una virtud del alma -amordazada o maniatada-, lo cierto es que conviene recordar en primera instancia aquello que hemos de soltar.

He aquí siete obstáculos y siete actitudes que nos parecen nucleares a la hora de meditar. Siete maneras de entregarse a la práctica que son el secreto más profundo de la meditación y que, probablemente, bastarían para cotejar las profundidades del Ser.

Meditación Síntesis
Julián Peragón
Editorial Acanto

6
Mar
2021
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Actitudes. Meditar sin experiencia

Meditar sin experiencia

Todos hemos saboreado en algún momento la suerte del principiante: uno se adentra en el juego que apenas conoce, en clara desventaja respecto de los jugadores avanzados… e inesperadamente ¡gana! La mente del novato, que aún no está filtrada por el hábito ni condicionada por las normas, sin saber cómo, conecta con esa intuición en el juego que le permite ganar.

En la meditación pasa algo parecido. Cuando uno está resabiado en la técnica de la meditación, cuando ya ha recorrido muchos senderos y tiene a sus espaldas un cúmulo de experiencias, pareciera que le costara conectar con el estado de meditación en sí. Muy al contrario, el principiante, que no sabe lo que le espera, no sabe muy bien qué sendero tiene que elegir en su experiencia interna y, entonces, avanza por terrenos desconocidos y fecundos.

Sucede también en la vida cotidiana: conocemos poco nuestra ciudad porque nos arrastra el hábito, y así, transitamos casi siempre por los mismos rincones y callejuelas. Terminamos tomando el mismo té en los mismos bares. El turista, en cambio, se adentra por calles por las que a nosotros nunca se nos ocurriría. Pero no hagamos tan fácilmente una apología del principiante: demasiada carga nos condiciona, pero demasiada inexperiencia nos hace dar excesivas vueltas o llevarnos a una precipitación indeseada.

En el arte de meditar, el meditador tiene experiencia, tiene claves, estructura… pero no ha perdido la frescura de su mente, y así puede ver lo mismo de siempre con la mirada nueva, sin filtro, sin condicionamientos. El funambulista no puede andar por la cuerda floja con los criterios y la experiencia del equilibrio del día anterior: se tiene que ajustar al momento presente, al movimiento de su cuerpo, so pena de caer en el vacío.

Miremos la piedra, la flor, la nube, ¿son únicas, o son una repetición de lo ya sabido? En realidad, la mente, en su profunda estrategia económica, nos juega una mala pasada. Al reconocer la manzana, al interpretar el “esquema” manzana, nos ahorra un esfuerzo sensitivo e interpretativo, pero nos priva así de una experiencia única, ya que esa manzana que tenemos en la mano es la primera vez que la vemos y la primera y última vez que la saboreamos. La mente juega a ordenar categorías muy rápidamente; selecciona eficazmente cosa, alimento, fruta, manzana, dulce, etc., pero no aterriza en la experiencia única.

La mente de principiante es una mente abierta, flexible para adoptar diferentes puntos de vista y curiosa. La curiosidad es un impulso a desvelar el misterio, pero sin encerrarlo en una cárcel cognitiva. Nos zambullimos en el juego de apartar velos y más velos en la certeza de que habrá infinitos, y sin la ansiedad de llegar al último. Basta con el asombro, como el de un niño, de saber lo que hay detrás de la cortina y después lo que hay detrás de la puerta, arriba de las escaleras, debajo de la cama… y vuelta a empezar.

 

 

Julián Peragón

Meditación Síntesis

Editorial Acanto

6
Mar
2021
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Actitudes. Meditar sin juicio

Meditar sin juicio

Previamente a la caza, el cazador tiene que haber observado escrupulosamente los hábitos de su presa para anticiparse y pillarla desprevenida. Observar es captar el movimiento fluctuante, impermanente y a veces caprichoso de la vida desde una quietud interior. No buscamos observar –por ejemplo- cuando vamos a galope encima del caballo, sino cuando ya hemos parado y han cesado la actividad y la agitación.

La vida que observamos fuera es similar a la vida que acontece dentro; por eso es tan útil la meditación como herramienta de resolución de conflictos: porque el nudo problemático en el exterior está anudado dentro, y es el espacio meditativo el que nos permite percibir con nitidez el trenzado y saber de qué hebra hemos de tirar para desanudarlo.

Observar —observarnos— es todo un arte de difícil ejecución, más que nada porque la observación se tiñe enseguida de nuestros gustos y disgustos, y se colorea fácilmente de nuestros juicios. Al ego le gusta juzgar todo el tiempo porque emitiendo sentencias divide la realidad entre lo que le favorece y lo que le amenaza. Critica para defenderse y halaga para conseguir favores. Se alimenta de los juicios favorables de los demás y ningunea o margina los que le son desfavorables. Esta pauta neurótica de ataque y defensa la vamos a ver magnificada en la meditación. Meditar es instalarse más en la observación respetuosa que en el juicio; acoger lo que viene sin ningún prejuicio, sin ninguna desconfianza, sin ningún resquemor. Lo más probable es que todo lo que ocurre y deja una estela en la vivencia tenga su razón de ser; por eso mismo, no merece un juicio previo, sino una buena acogida, incluso un lugar en nuestro corazón. No nos olvidemos de que somos mucho más que una imagen social, más que una idealidad, más que un conjunto de intenciones.

Todo eso que somos y que, a menudo, no sabemos que somos, también tiene derecho a existir. La ausencia de juicio es el derecho que todos tenemos a la presunción de inocencia. En todo caso, no somos nosotros los jueces sino la vida, que nos regula a través del delicado ajuste del destino.

 

Julián Peragón

Meditación Síntesis

Editorial Acanto

6
Mar
2021
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Actitudes. Meditar sin expectativas

Meditar sin expectativa

La sociedad nos acostumbra a sembrar para recoger, a invertir para obtener una ganancia, y en general a hacer para conseguir un resultado práctico. Todo esto es de sentido común y no hay nada de malo en ello. Sin embargo, a fuerza de anticipar el efecto de nuestras acciones y de calcular el beneficio y el perjuicio, hemos olvidado el tesoro mismo que tenemos delante: la profundidad del momento presente. La vida se asemeja a una gran cadena de infinitos eslabones. Cada eslabón hace de unión entre los dos adyacentes, pero no es solamente un enlace; es también una totalidad interdependiente. En este sentido, cada acto es un medio para otra cosa, pero sin duda también un fin en sí mismo. Nuestra mente está polarizada hacia un futuro prometedor a corto, medio o largo plazo; nuestras acciones son, la mayoría de las veces, tendenciosas. Somos grandes estrategas que calculan cuántos soldados estamos dispuestos a sacrificar para ganar una batalla y cuántos dejamos en la retaguardia.

Es posible que nos sentemos a meditar calculando, consciente o inconscientemente, el bienestar psíquico o las experiencias genuinas que podamos cosechar. No obstante, sentarse de esa forma es escapar del momento presente, que es precisamente donde radica la meditación.

Por muy buenas intenciones que tengamos al meditar, desde sentir la libertad más absoluta hasta simplemente calmar la ansiedad, el mero hecho de ir a ella con expectativas creará en nosotros una tensión psíquica que nos impedirá estar plenamente abiertos al presente. Es como las anteojeras que lleva el burro, que resultan útiles para ayudarle a seguir un camino recto pero constituyen obstáculos para percibir la amplitud del horizonte que le rodea.

Dichosa la persona anciana que aprovechaba cada paseo matutino para esparcir semillas… para que un día, estando ya ella bajo tierra, apareciera, como de la nada, un espléndido bosque… sin aspirar a un provecho inmediato ni a un reconocimiento social: con el único aliciente del amor a los bosques, los que hay, los que desaparecieron y los que están destinados a nacer.

No obstante, hemos de trascender hasta los deseos más altruistas, hemos de aprender a permanecer en lo atemporal del presente sin ninguna especulación. Aunque evidentemente las acciones se solapan y se generan con ellas nuevos efectos, como si de una onda expansiva se tratara, lo cierto es que al momento presente no le falta ni le sobra nada. La meditación es la capacidad de estar satisfechos y de que esa plenitud no dependa de ninguna circunstancia. No hay mayor nobleza que la de sentarse sin esperar nada, sin esperar que algo viaje desde el futuro a nuestro encuentro.

Cuando tenemos expectativas sobre algo que va a ocurrir en el futuro, en realidad estamos anteponiendo nuestro propio deseo. Y el deseo -ya lo sabemos- termina por desgajar la totalidad en la que nos encontramos. No saber lo que nos vamos a encontrar puede ser desalentador, pero también puede ser muy enriquecedor.

Estamos llenos de prejuicios con respecto a la meditación. Hemos visto muchas películas del mundo espiritual, y es posible que nos hayamos hecho una idea equivocada del mismo.

Como en el cuento de la lechera, en los primeros proyectos todos hemos caído en la ingenuidad de pensar el rendimiento que nos podían dar a corto plazo, y todos hemos caído varias veces en la misma piedra. Se trata, pues, de rendirse al momento presente sin esperar nada a cambio. Y ya que es la mente -y no el alma- la que espera, bastaría con encontrar una actitud de vacío mental.

 

Meditación Síntesis
Julián Peragón
Editorial Acanto

6
Mar
2021
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Actitudes. Meditar sin apego

Meditar sin apego

Gran parte de las fotos que hacemos en nuestros largos viajes son un intento desesperado de apropiarnos de momentos especiales, intensos, exóticos, para inmortalizarlos después en el museo de nuestros álbumes fotográficos. Poseer las cosas, controlar las relaciones, acumular experiencias nos da una sensación de seguridad, aunque esa seguridad a la larga se demuestre falsa… pues las cosas se pierden, las relaciones se rompen y a las experiencias se las va comiendo el pozo oscuro del olvido…

La identidad es un conglomerado de impresiones e ideología, y nuestras posesiones son como el alfiler que engancha todo el puzzle en la cartulina. Acumulamos y acumulamos hasta que ya no queda ningún rincón vacío, creyendo ilusamente que ese vacío interno se puede llenar con seres o enseres.

Esa avaricia también la detectamos en la meditación: estamos prestos a cosechar todo tipo de experiencias para certificar un estado superior; en el fondo, lo que hay ahí es un orgullo espiritual bien camuflado tras una cortina de pseudofilosofía. Nos hemos apegado a la teta de nuestra madre, al cómic del superhéroe, a la banda de rock, al libro de cabecera y al cigarrillo. Han pasado las modas, hemos cambiado de vestuario y de grupo social, de pareja y de residencia… pero el apego se ha mantenido todo el tiempo, como un arnés que nos protege de caer en el vacío, de disolvernos en la nada…

Es absurdo apegarnos a nuestro cojín de meditación, a nuestro ritual iniciático, a los símbolos trascendentes con los que nos rodeamos y al conocimiento adquirido. Es absurdo porque sólo son medios hábiles, nada más. En el momento de “saltar” hacia ese espacio infinito, cualquier apego se convertirá en piedra en la mochila, en un lastre.

Meditar sin apego es andar por la cuerda floja de la confusión sin red de seguridad, sólo con nuestros pies descalzos y nuestro equilibrio.

 

Julián Peragón

Meditación Síntesis

Editorial Acanto