12
Jul
2018
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7 etapa: Meditar como el Firmamento

Infinitud (firmamento)

El largo camino vuelve otra vez a casa después de haber dado una enorme vuelta. De alguna manera teníamos que vivir la separación para comprender íntimamente la fusión, teníamos que ir al confín del mundo para darnos cuenta de que lo que buscábamos ya estaba al inicio, en el ecuador y al final de la búsqueda. El camino nos ha templado, nos ha hecho más sabios, más tolerantes por fuera y más humildes por dentro.

Ese buscador ha ido dejando por el camino sus libros eruditos, sus citas, sus discursos y hasta su memoria. Ha renacido vulnerable, casi anónimo, mediador y disponible ante la acción esencial, y ha comprendido que tenía que alzar la mirada hasta empaparse de infinitud.

El cielo estrellado es también nuestro hogar. Somos hidrógeno que durante miles de millones de años se ha especializado, y ahora estamos aquí como polvo de estrellas contemplando las mismas estrellas. Nuestra conciencia es eso: el universo viéndose a sí mismo. El firmamento es de tal envergadura que sólo podemos ver lo que la luz más lejana ha logrado recorrer en quince mil millones de años; el resto, si lo hay, es mudo o invisible. El estremecimiento que sentimos ante el cosmos nos remite a la nada. ¿Qué somos? ¿Dónde queda nuestra importancia personal? ¿Qué significa nuestra vitrina de trofeos y medallas? La respuesta es simple: somos el grano de arena en la amplitud del desierto, la gota de agua en la inmensidad del océano, un pequeño ser sobre el planeta en la infinitud del firmamento. Nuestra mente estalla ante la aniquilación de la nada, pero el corazón nos rescata y nos dice que también somos el todo, que el universo ahí fuera es idéntico al universo que sentimos dentro.

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