Meditar y la pregunta fundamental
Creo que, en el fondo, todos sabemos meditar. Contemplar la realidad en silencio integrando el interior y el exterior de forma armónica forma parte de nuestra naturaleza esencial. Pero, a menudo, lo más natural como ser espontáneo y despreocupado lo hemos olvidado. Hemos olvidado el arte de permanecer en plenitud, siendo el que somos, sin la esclavitud de la imagen y la manipulación de la memoria.
Nos cuesta estar en el presente porque anticipamos los peligros o conflictos, aunque sean irreales y desproporcionados. Y nuestro sistema se prepara, digamos, en el arte de la guerra moderna. Una infinitud de estrategias para conseguir una seguridad a prueba de bombas que está fuera de la vida misma, y del sentido común.
Por eso cuesta tanto meditar porque aceptar la incertidumbre y la impermanencia de todo, incluido uno mismo, no resulta fácil. La meditación no es, en sí misma, una inacción. Todo lo contrario. Permite recolocarse en el propio centro desde una actitud de disponibilidad para ocuparse de los asuntos mundanos (y no tan mundanos) en vez de preocuparse por ellos.
Una mirada amplia sobre el presente nos recuerda que estamos vivos, y que esta vida no nos pertenece. No nos pertenece nada pero menos aún esta vida que es, cuanto menos, un préstamo. Vislumbrar la sacralidad de la vida nos lleva a aprender el arte de cuidarla, en el cuerpo y en la mente, aprovechando el legado de las tradiciones sabias, pero también, la propia experiencia de vida. Y claro, al otro lado de esta vida está el devolver el préstamo, quizá con los intereses de una vida que ha fructificado y que ha dejado frutos por el camino. Morir en paz no es tan fácil. Nada se improvisa. La certeza de la muerte que vamos encarnando en la meditación baja los humos de un egocentrismo disparado y delirante, de un narcisismo que reclama todo privilegio sin medida.
A la que el tiovivo de la mente para sus revoluciones se decanta una pregunta fundamental en el camino espiritual: más allá del juego de espejos del yo, de los roles sociales que representamos, de la conquista alocada por tener bienes, experiencias y conocimiento… ¿quiénes somos de verdad? Una pregunta que no te deja indiferente y que, todo hay que decirlo, no tiene una respuesta fácil y digerible.
En parte la meditación, lo sepamos o no, consiste en responder a esta pregunta. En apartar lo anecdótico y centrarse en lo esencial, en dejar de buscar respuestas segurizantes y habitar el misterio indescifrable que nos rodea por dentro y por fuera. Meditar no consiste en dar un salto a una nueva dimensión sino en hacerse más real, más humano, más conectado y más solidario. Al entender que todos vamos en el mismo barco y compartimos (cada uno a su manera) un mismo destino de un planeta azul.
Om Shanti. Julián Peragón
Recordatorio: Retiro formativo de Meditación Síntesis presencial del 10 al 14 de julio 2024 en La Bartra. Sierra de Prades. Tarragona
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