24
Ago
2022
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La danza amorosa del alma con el espíritu

PUBLICADO EN YOGAENRED.COM

Os ofrecemos una muestra de la belleza e inspiración con la que Julián Peragón escribió Meditación Síntesis (editorial Acanto), libro en el que propone una ruta para meditar en siete etapas progresivas. En este párrafo explica la diferencia entre alma y espíritu a través del mito de Eros y Psique.

Alma y espíritu se han mezclado en el lenguaje coloquial para aludir a lo nuclear de un ser, a la parte inmaterial, en contraposición a la parte física. Sin embargo, el alma hace referencia al Yo profundo, Uno Mismo, Testigo o Vidente (que claramente es personal), en tanto que el Espíritu, del cual poca cosa puede ser dicha, es impersonal, infinito y eterno.

Dicen que una imagen vale más que mil palabras. La luna cambiante que vemos cada noche alumbra nuestro camino, pero es evidente que su luz no es propia sino prestada del astro rey. La luna nos ofrece la oportunidad de ver directamente la luz solar sin cegarnos. Si el alma es a la luna lo que el sol al espíritu, posiblemente no podamos abrirnos a la infinitud de éste sin un filtro que amortigüe su luz. El alma es la gran mediadora, la que danza con el espíritu y transmite su mensaje.

Las impresiones de esta vida, y algunos dicen que también de las de otras, quedan en el fondo de su ánfora. Y si es cierto que el alma transmigra, será la encargada de plantar las semillas en la nueva tierra. Una imagen medieval pinta una mujer desnuda y arrodillada como prefiguración del alma. Vierte agua de unos jarros para regar la tierra, y en los cielos brilla la estrella matutina, rodeada de un coro mayor de luminarias. Según este arcano, el alma es desnudez y abundancia, pero también humildad y confianza. El alma encontrará su orientación cuando se empapa de belleza y cuando se nutra de profundo amor.

No nos olvidemos que Psique, en la mitología griega, es una mortal extraordinariamente bella de la cual se enamora Eros, que ha sido enviado por su madre Afrodita para que le clave la flecha que le haría enamorarse, como castigo, de cualquier hombre ruin. Eros tira la flecha en el mar y se la lleva a su palacio, donde será su amante cada noche bajo la prohibición de revelar su identidad. Curiosa y atormentada, Psique enciende una noche una vela, y al ver al bello dios dormido, se enamora de él. Pero una gota ardiente lo despierta y Eros se enfurece porque Psique ha traicionado la confianza del amor.

Lo que nos interesa del mito es que Psique (el alma) es mortal y tiene que realizar cuatro trabajos en el inframundo a fin de renacer con parte de la belleza rescatada de Afrodita para poder casarse con Eros. En otras palabras, el alma está enamorada de la condición divina y amorosa, pero su punto de partida es mortal. El alma en nosotros es aspiración, anhelo de trascendencia, integración de todas las polaridades pero, al fin, también ilusoria. Igual que Psique, nosotros tendremos que bajar a los infiernos a fin de purificarnos antes de reintegrarnos en la infinitud del espíritu.

El alma es la primera materialización del espíritu, y en su viaje de ida y vuelta, también es el último nudo que deberemos aflojar antes de su plena disolución. Es el último obstáculo y el más sutil, porque de todos los yoes que nos habitan es el más delicado y el más luminoso, pero como cualquier «yo», marca una frontera que el espíritu desconoce.

Párrafo extraído del libro Meditación Síntesis, 2014, Editorial Acantos, pág. 188.

 

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