Meditación por el PLANETA
MEDITACIÓN por el PLANETA por Julián Peragón de la Escuela Yoga Síntesis
EXPLICACIÓN PREVIA:
Esta es una meditación ESPECIAL que no requiere seguir ninguna técnica meditativa. Está basada en reflexiones basadas en la filosofía perenne y en la oportunidad de revisar y fortalecer nuestra ética de vida. No es necesario aceptar ninguno de sus postulados, sólo es un texto evocativo de un sentir que puede movilizar, o no, actitudes ante la vida. No buscamos una verdad absoluta que seguramente no existe, buscamos solo la posibilidad de descubrir nuestra propia verdad, única e irrepetible.
MEDITACIÓN:
Siéntate en una posición cómoda y estable sin perder la verticalidad de la columna.
(Tres campanadas)
Haz un saludo de respeto a tu propia práctica meditativa.
Desde la quietud de la postura, ábrete a las sensaciones corporales y deja que tu cuerpo se vaya sensibilizando.
Céntrate en la respiración, rítmica y profunda, para ir calmando tu mente y para favorecer tu interiorización.
(Una campanada)
Escucha atentamente el texto siguiente sin intentar analizarlo intelectualmente, observa solamente tu movimiento emocional y anímico con total ecuanimidad.
A continuación puedes estar en silencio toda la meditación. Sonará la campana periódicamente para volver al presente si te has evadido.
TEXTO sobre la Meditación por el Planeta:
Si pudiéramos ver nuestro planeta como lo hace un astronauta probablemente tendríamos una experiencia mística. Observar la Tierra seguir silenciosamente la estela del Sol como un punto infinitesimal en medio de la galaxia nos puede erizar la piel al comprender que toda la vida que conocemos está contenida en la delgada capa de nuestra biosfera. No hay, claro está, otra tierra de sustitución. Esta tierra es nuestra única casa.
Desde la ingravidez del espacio sólo se ven pinceladas de nubes pero no la tensión fronteriza entre naciones; se ven las manchas marrones de los desiertos aunque no las sequías que producen hambrunas en poblaciones desesperadas; incluso, se pueden percibir migraciones de pájaros entre continentes, pero lamentablemente no se distingue la extinción masiva de miles y miles de especies.
Hace un parpadeo en el tiempo el homo sapiens llegó el último a este planeta que llevaba miles de millones de años de evolución y se sentó sin medida a disfrutar del festín dilapidando en apenas un siglo todo lo que sabiamente el planeta había reservado en un delicado equilibrio para sostener la vida.
Los glaciares se derriten y las selvas se queman, los ríos ya no llegan al mar y el aire se vuelve irrespirable. Los plásticos circundan la tierra y los pesticidas colonizan toda la cadena alimenticia. Lo sabemos, lo hemos visto innumerables veces pero todavía no lo sentimos en lo más profundo. Todavía no sabemos que el bosque es nuestra piel y el aire nuestro pulmón, que el agua es nuestra sangre y que los animales son nuestros órganos. Nuestro cuerpo se envenena cuando la tierra da síntomas de agotamiento. Hemos aprendido a hacer operaciones matemáticas complejísimas pero desgraciadamente no sabemos todavía lo que significa la ley profunda de causa y efecto ya que las consecuencias de nuestra manera de vivir ocurren, de momento, muy lejos de nuestra mirada. Somos adictos al mito que promete una vida confortable e indolora.
Meditar por el planeta es abrazar esta pequeña perla azul que flota en el espacio y entender, de una vez por todas, que los recursos no son infinitos. Meditar con nuestra tierra es comprender que la vida se sostiene bajo un delicado equilibrio que hay que proteger. Meditar por este mundo significa hacernos responsables de un legado que tiene que pasar a los hijos de nuestros hijos y a todas las generaciones que nos sobrevivan porque este planeta nunca fue nuestro, simplemente fue un préstamo que hay que devolver con agradecimiento.
Sólo podremos dar una solución a un problema tan complejo cuando la tierra, y con ella todos sus hijos, plantas, animales y personas, sean considerados como sagrados. Si meditar nos vuelve más humildes sabremos situarnos como hijos de la Madre Tierra. Que la paz sea con todos los seres.
(Una campanada cada periodo de tiempo)
Mantente en silencio hasta el final de tu meditación. Al finalizar haz un saludo de agradecimiento y estira lentamente todo tu cuerpo.
Gracias por compartir estas meditaciones. Om Shanti.